Hace instantes, desde mi cuarto oí manifestaciones humanas al fondo del pasillo, y no tuve más chances que asomarme a ver por la ventana de qué se trataban. En primera instancia pensé que era el chabón que trae agua en bidones a la vieja del fondo. O el vecino del medio que viene al mediodía a comer, le tira un polvo a la mina y después se va con la camisa arrugada y el saco en la mano. Sin embargo nada de esto ocurría y júbilo el mío cuando divisé a mi negrito al fondo regando unas plantas que, mamarrachosamente, puso contra la pared.
Igual a él le perdono todo, de hecho me vendría bien que ponga unos buenos canteros así entierro a la ignorante de la novia cuando la asesine; que por cierto, el otro día salió y para saludarme esputó un "hola, Ricardo!". Grandísima hija de puta, conchuda de mierda, Ricardo es el del medio, el cuarentón que siempre anda de traje y le habla más al celular que a la esposa.
En fin, mi negro le da agua a las plantas y a mi me altera los nervios. Le saqué una foto porque no aguantaba no dar señales claras de vida de su parte. Es negro en serio, es alto y tiene una espalda ideal para tirarme a dormir una noche entera mientras sueño con su recto.
No doy más, cuando sea la hora de la siesta, me le meto por la ventana al grito de "Fiesta fiesta! WooWO!"
