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    domingo, noviembre 23, 2008

    Un desgarro de emociones

    Sr/a lector: Ud. está en presencia del post 300 de MaT y se viene largo. Está advertido.

    Estoy a una semana que se termine noviembre y sigo sin darme la vacuna contra la rubéola, y sinceramente no sé cuánto tiempo más podré engañar a mi padre con versos sobre el cierre parcial del hospital por una huelga sin límites, con las salitas médicas del barrio clausuradas por la falta de insumos o con las farmacias desabastecidas por el exitoso boom que implica esta lucha descarnada y sin cuartel contra la rubéola. No sé.
    Aun así, tengo que usar el auto... pero cuando me recupere porque, según la palabra autorizada de un médico, tengo un desgarro muscular en el abductor que si dentro de las 24hs. presento hematomas en la pierna es porque tengo ruptura de músculos, y tendría que hacerme unos pequeños estudios, aunque ya sabemos que zafé de ruptura de tendón. Pero... ¿cómo es que llegué a desgarrarme?

    El viernes que pasó fue brutal y lleno de energías positivas (?) Para comenzar, fue el día que le dimos al aire acondicionado en casa como si no hubiera un mañana y que significó que el jardincito de adelante se inundara del agua que el aparato va largando de una transparente manguera. Debo admitir que Ulises (el cachorro de 40 kilos) tuvo suspendidas sus actividades orgánicas en dicho espacio por razones obvias.
    A su vez, mi hogar fue una especie de heladera cósmica en la cual todos eramos felices, veíamos tenis, tomábamos suculentos licuados de frutillas y las mascotas yacían en el piso pero por costumbre nomás.
    Cuando pensé que el viernes mejor no podría culminar, fui invitado raudamente al recital de Queen, que claro está, no dudé un segundo y abandonando mis frescos ambientes, me aventuré a la calidez de la ciudad, trasladándome a Liniers. Un espanto.

    Pero bueno, dentro de todo espanto geográfico se supone la existencia de un oasis, que en este caso sería el estadio de Velez y conste en actas que le estoy dando mucho crédito porque voy a estar visitándolo seguido.
    Volvamos brevemente al recital: es increíble porque uno no tiene noción de estos flacos, hablo de noción de la inmensidad, de lo que representan, de la historia que estos chabones han escrito (?) y cuando de golpe oís temas TAN clásicos no podés creer que esté sonando The show must go on, o Radio ga ga, o Love of my life o Rapsodia bohemia o etc. Tampoco se puede creer el pelo de May... ¡loco, que se le caiga!
    En síntesis, yo no tengo palabras para describir esos momentos que pasé de la mano de mi amada y bienaventurada amiga
    Grisel (que podrán vernos juntos en las fotos de la primaria de mi Facebook) porque si bien no soy fan de Queen, debo decir que soy un admirador de la fuerza de la banda y de la voz sin escrúpulos de Rodgers (lo amo desde que lo oí y voy a pedirle que me cante el arrorró).

    Ahora bien, nosotros nos sentamos en un lugar un poco alejado del escenario, es cierto, pero antes tuvimos la desechada posibilidad de pagar una coima a los acomodadores y pasar a formar filas de una platea un poco más VIP.
    Desde nuestros lugares originarios, planteamos la posibilidad de tras un pequeño desembolso económico ascender a la categoría que nos seguía, y fue así como atravesé media platea alta para ir al encuentro de nuestro coimero de turno que rápidamente aceptó trasladarnos de nivel.
    Para volver al encuentro de Grisel, que estaba sentada en nuestros lugares iniciales, volví a atravesar la platea esquivando enfermos y tratando de no caerme a la mierda de las escaleras que YA estaban ocupadas de traseros de personas sin educción que no ponían sus sucios culos en los asientos correspondientes.
    Es fácil imaginarse como sigue esto. Bajando las peligrosas escaleras e intentando no pisar ni ropa, ni manos, ni artilugios, le erré al escalón y mi pierna izquierda se fue a una fosa y mi pierna derecha quedó no sólo arriba del escalón, sino que soportando un ángulo de 176º. Sí.
    He aquí mi desgarro.

    Claro que el dolor, que se asemeja a una cuchillada o a un tirón lo suficientemente fuerte, apareció al instante y perduró durante la noche, dificultándome caminar pero que a su vez no era algo que uno diga "guauquedolormequieromorir". Así termino el viernes, así transcurrió el sábado y mis dolores continuaban y empeoraban hasta que hoy domingo sé lo que padezco y sé que me espera un poco de reposo por unos largos días, hielo (porque se me hinchó la gamba y soy Maradona en el 94) y demás drogas en pastillas que las bajaré con los más deliciosos alcoholes y néctares de delicadas frutas.

    Ya saben, en estos días no me pidan que cabecee porque estoy así por darles mi vida. Otra cosa, al mogólico, que cuando me hice concha, hizo como Nelson (de los Simpson) "AH AH!", que me la mame hasta el final.

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    Derrochado x Fran a las 5:47 p. m.