Los muertos vivos II
Después de semanas de espera, había llegado el momento del aclamado y tan mencionado reencuentro con la gente con la cual hice la primaria, allá, en Barracas.La escuela lucía igual que siempre pero más pequeña y yo estaba radiante como pocas veces: unos pelos exquisitamente alborotados, un bronceado básico que ayudaba bastante a disfrazar los golpes de la edad (?) y un look informal, bastante normal. Lamentablemente mi gordura me excede y no pude bajar más que un kilo para este gran evento.
Podría ir y venir con cientos de frases y comentarios sobre lo que fue la noche, pero sería muy largo y quizás tedioso. La cuestión es que volvimos al colegio con más entusiasmo con el cual lo hacíamos hace más de 16 años, entramos todos sin chistar y hasta daba pena irse. Los chicos estaban como siempre: algunos muy altos, gordos, flacos, chicatos, mal vestidos, con olores, perdidos y otros todo lo contrario; y si bien no somos amigos, parece que en el medio de tantos años de silencio e historias cerradas, el tiempo no había pasado del todo; sólo para agregarnos kilos, ojeras, canas y anécdotas. Algunas terribles. Algunas similares.
Grisel dice que todo esto nos acarició el alma y si bien yo no quiero abrirles lugar en mi corazón para que entren de nuevo en mi vida, entiendo que ella un poco de razón tiene. Mucha.
Dejo una foto y pido disculpas porque no voy a decir quién era la hija de puta que no saludaba, ni el sorete cagado en guita que se la pasaba discriminando a putos o negros o gordas, ni quién era falto de personalidad o quién tenía demasiada. Ahí estoy yo, y faltan muchos que estaban bebiendo o no habían llegado. O están de vacaciones.

Etiquetas: Gente, Tierra tragame
Derrochado x Fran a las 9:50 p. m.